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Concilio de Nicea

HACE 1.700 AÑOS, UN CONCILIO CAMBIÓ LA HISTORIA DEL CRISTIANISMO

El 20 de mayo del 325 d.C., la ciudad de Nicea, en la antigua región de Bitinia (hoy Turquía), fue testigo de un acontecimiento que marcaría el rumbo de la cristiandad: la inauguración del Primer Concilio Universal.
 

Pero, ¿por qué recordar un evento que ocurrió hace diecisiete siglos? La respuesta está en el impacto que tuvo en la iglesia y en la identidad del cristianismo. Hasta entonces, los obispos celebraban reuniones para discutir cuestiones de fe y organización, pero nunca se había convocado un concilio de alcance global.
 

El emperador Constantino, quien buscaba consolidar la unidad del imperio bajo una sola doctrina cristiana, tomó la iniciativa y reunió a cientos de obispos de Oriente y Occidente. De los 1.800 jerarcas invitados, solo 250-300 llegaron a Nicea. Entre ellos, representantes del obispo de Roma y el influyente Osio de Córdoba, consejero teológico del emperador.
 

El evento comenzó con una ceremonia majestuosa presidida por el propio Constantino y su corte imperial. Durante un mes de intensos debates, los líderes religiosos discutieron cuestiones clave para la fe cristiana. La principal de ellas era un conflicto teológico que amenazaba con dividir la Iglesia: la herejía arriana. Arrio, un presbítero de Alejandría, defendía la idea de que Cristo no era Dios, sino una criatura creada por el Padre, negando así su divinidad. Esta doctrina generó un profundo cisma que obligó a la Iglesia a tomar una decisión definitiva.
 

La mayoría de los obispos rechazaron la enseñanza de Arrio, estableciendo que Cristo es consustancial al Padre, es decir, de la misma naturaleza divina. Fue en este contexto donde ocurrió una de las anécdotas más legendarias del concilio: San Nicolás de Myra, conocido por su caridad, perdió la paciencia al escuchar las afirmaciones de Arrio y, según la tradición, le propinó una bofetada en plena sesión. Un gesto que, aunque no está documentado oficialmente, refleja la intensidad con la que se defendía la doctrina cristiana.
 

Los frutos de este concilio fueron trascendentales:

  • Se redactó la primera parte del Credo Niceno, estableciendo una doctrina cristiana uniforme.

  • Se fijó una fecha común para la celebración de la Pascua.

  • Se promulgó el primer derecho canónico, dando estructura legal a la iglesia.
     

Para facilitar la asistencia, cada obispo recibió transporte y alojamiento gratuito, además de poder viajar acompañado por sacerdotes y diáconos. El cierre del concilio fue un gran banquete imperial, cortesía de Constantino.
 

El Concilio de Nicea sentó las bases de la tradición cristiana tal y como la conocemos hoy. A 1.700 años de distancia, su legado sigue vivo.

Icono Acheropita del Salvador

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